Las exportaciones españolas crean menos empleo de calidad que en los principales países europeos

No basta con aumentar las exportaciones para mejorar la riqueza nacional. En una economía globalizada, puede ocurrir que un país como España tenga un papel intermedio en la producción y necesite importar muchos bienes para poder vender fuera. Tal es el caso del automóvil: el diseño se hace allá donde esté la matriz, y las piezas proceden de lugares más baratos. De modo que aquí solo se ensamblan los componentes, algo que reviste menos valor. Y, por tanto, lo que realmente se queda en la economía española al final es menor. Eso denuncia un informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE): las exportaciones españolas generan menos empleo cualificado que en los principales países europeos, sostiene.
Gracias a la apertura comercial, la tecnología y el transporte, muchas veces hoy los bienes se producen a través de cadenas de producción o redes de colaboración en las que el trabajo se divide entre empresas y ubicaciones muy distintas. Son las llamadas cadenas de valor globales. Y la clave del éxito para un país consiste en retener las actividades que brindan un mayor valor añadido. El ejemplo clásico es el de un iPhone fabricado en China. Aunque se haya manufacturado en el gigante asiático, el grueso de los beneficios y salarios se dirige a Estados Unidos, que es donde se ha desarrollado el diseño y la tecnología. En China se queda muy poco.
Mientras que en España solo el 26% del empleo creado por las exportaciones de automóvil es de alta cualificación, en Alemania alcanza el 36,4%. En el textil, el trabajo cualificado supone en España el 16%, frente al 35% de Francia y el 33% de Reino Unido. En el sector agroalimentario español está en el 10%, lejos del 21% de Reino Unido, dice el documento. Y añade que aunque España haya avanzado en su integración dentro de las cadenas globales, el empleo en la industria manufacturera se reduce porque se ha estado deslocalizando hacia países emergentes. Ya solo representa un 11,1 % del total, hecho que sucede igual en las grandes economías occidentales y que está detrás de las actuales tensiones proteccionistas.
En un contexto de digitalización y robotización, el informe alerta de que la economía española se enfrenta a «mayores desafíos por su elevada concentración de ocupados en puestos de producción o fabricación, frente a los de creación o preproducción y, en general, los más basados en el conocimiento». «Los puestos relacionados con las actividades de fabricación son los más expuestos a la automatización y robotización. Afrontar esos retos pasa por mejorar el posicionamiento en las cadenas de valor, reorientando la especialización hacia las actividades y tareas más creativas, que generen más valor añadido», concluye.

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